En la víspera del partido que
enfrentará esta noche a España contra Bielorrusia en Son Moix todos los focos
se centran en un nombre: Diego Costa. El brasileño continúa deshojando la
margarita esperando una llamada de la CBF o de la RFEF para participar bien con
la selección brasileña, bien con la española. Mientras tanto Diego se centra
en lo que mejor se le da: marcar goles.
La última palabra la tienen los
seleccionadores. La forma más fácil de acabar con esta locura mediática hubiera
sido la convocatoria de Diego Costa por parte de Brasil para el amistoso ante
Corea del Sur. El problema es que Scolari no le quiere en estos momentos. El
seleccionador brasileño sitúa hasta 4 hombres por delante: Hulk, Fred, Pato y Jô.
A los que podríamos sumar también a Bernard (suele actuar de extremo zurdo pero
hay quien lo incluye también como delantero).
Al mismo tiempo que Scolari lo
rechaza, la CBF marea la perdiz. Mientras Marco Polo del Nero -vicepresidente
de la federación- ofrece buenas intenciones (“Si un jugador quiere jugar aquí o
allí, no será nuestra entidad quien diga no”) el visado que exige la FIFA para
permitir la nacionalización se hace esperar. La CBF, consciente del gran
momento de Costa, intenta ganar tiempo para convencer a Scolari de su llamada.
Estamos hablando de un jugador de 25 años. Es lógico que la CBF no quiera
renunciar al talento de Costa por el simple capricho de un entrenador.
En España, mientras tanto, no
queda otra que esperar. El visto bueno más importante, el de Del Bosque, lo
tiene Diego. Y en espera de la resolución final del tema la roja llama a Michu,
el delantero del Swansea. ¿Quién iba a decir hace dos temporadas que la pareja
de delanteros del Rayo Vallecano podría convertirse en la dupla de ataque de la
selección española? Pues así puede ser. Y por méritos propios.
La participación de Diego Costa
con la selección española tiene sus pros y sus contras. En el lado positivo
tenemos la presencia de un delantero espectacular, peleón, en un momento de
forma fantástico. Además hay buenos precedentes de nacionalizaciones: desde Di
Stefano hasta Marcos Senna, pieza clave en la Euro 2008.
En el lado negativo estaría el
cierre de puertas a otros talentos puros nacionales y la sensación de que el
fútbol-negocio se extiende también a nivel de selección. ¿No debería cada país
participar con lo que tiene en lugar de “fichar” gente? ¿No es eso lo bonito de
la competición internacional? (Llegar hasta donde puedes con lo que tienes).
En cualquier caso la última
palabra la tienen Costa y los seleccionadores. A los medios y aficionados no nos
queda más remedio que seguir esperando el final del culebrón. De España a
Brasil. De Brasil a España. De Costa a Costa.
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