El Real Madrid tras once jornadas y diez disputadas se coloca líder de la Primera División. Pero esa no es la noticia, lo sorprendente es el cambio de juego del Mou team, que ha pasado de ser una maquina de matar sin preguntar, a ser una máquina que te hace mil preguntas para matarte. En los últimos partidos del Real Madrid lo primordial ha sido el toque y la horizontalidad y no los goles, y eso está bien, pero que no te engañen Mou, eso en el Bernabéu no gusta.
A la gran mayoría del madridismo, no contaminado por
micciones, no nos gusta un toque de más, no nos atrae ver a un delantero
dársela al central, y por supuesto no nos gustaría parecernos al Barcelona. Por
ahí vas mal Mou, muy mal.
En la sociedad futbolística de hoy, se ha producido
una contaminación peligrosa. Este germen, nacido en holanda y criado en
Catalunya, te hace creer que solo existe una forma bonita de jugar al fútbol, y
lo que es peor, que si no ganas así es mejor perder. Pues el Real Madrid pocas
veces ha jugado así en su historia y ha sido el mejor club del siglo XX.
El madridismo, y como tal hablo ahora, le excita
enormemente la rapidez y el juego directo, y con esto no me refiero al balonazo
a la hoya; me refiero a ese manera tan peligrosa y a la vez bonita que tenia
Guti o De la peña de arriesgarse a perder un balón pero intentar dar un pase
directo al delantero para dejarle mano a mano con el portero, me refiero a ese
arte tan despreciado de chutar desde fuera del área, me refiero a lo bonito que
es ver a un delantero señalarle su desmarque al centrocampista o incluso
central, para que ese le de un pase por alto de cuarenta metros, y ver el balón
volar y volar, ver al delantero levantar su pierna y observar con deleite el
control en velocidad. A eso me refiero, eso también es fútbol, y quizás sea el
que más guste al madridismo. No desechamos el tocar y tocar, pero eso nos
aburre un poco.
Por cierto, a mi solo me gustan los jueves, más
concretamente los jueves noche.
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